Barrio Malasaña o La Latina, es igual… Sus balcones, 20:00. Hora puntual en la que, por vez primera, españoles de toda España -desde la profunda hasta la moderna- se miraban [perplejos] a sí mismos y al vecino de toda la vida; conociéndose finalmente tras muchos años de compartir, no el pan de cada día, sí el mismo portal o barrio con su peculiar movida.
Esta vez en pijama o en chandal salían a sus balcones para agradecer, entre aplausos, al personal sanitario que ha combatido, sin mascarillas, como auténticos revolucionarios, la crisis de la Covid-19. Héroes, sí, héroes anónimos, que han salvado a su gente exponiendo su pellejo, sus vidas, en medio de una historia política enmascarada que demandaba estar a la altura; una historia que va del Bella Ciao al Resistiré.
El fondo de ambas canciones, por antagonistas o protagonistas, ha creado un hilo fino entre los vecinos que cada noche han cantado ambas letras. La primera se reconoce como el himno de la resistencia italiana contra el fascismo de Mussolini y las tropas nazis durante la II Guerra Mundial. La segunda entonación, es un clásico español del Dúo Dinámico creada en los 80 y recuperada en los 90 por el cineasta Pedro Almodóvar, en aquel filme memorable, Atame, con Victoria Abril y Antonio Banderas bordándolo.
Por activa o por pasiva la pandemia y el confinamiento han hecho que ambas composiciones vivan su revival en los balcones de España. Un cante hondo que apagó, por momentos, al flamenco y la saeta, para escuchar las letras de aquel "partegiano morto en libertad" o porque "cuando el mundo pierda toda magia, cuando el enemigo sea yo, resistiré, resistiré".
El confinamiento en España abrió los balcones. Ojalá también haya abierto los ojos de españoles. Porque, eso sí está claro, la historia y la gestión decada país de la Covid-19 quitará la máscara a los políticos. Mientras, bienvenidos los saludos entre vecinos, inmigrantes o extranjeros y el gesto cada vez más frecuente de hacer al desconocido un amigo. Porque sí, en plena virulencia, confinamiento y desescalada se ha respetado la distancia física y el uso de mascarillas; los vecinos han alzado sus copas de balcón a balcón y aquel popular tinto de verano, el aguardiente pacharán o el exquisito cava catalán han acercado fronteras y las distancias de dos metros se ha fundido en la metáfora del abrazo virtual. Simplemente porque tras cinque minuti di qualitá y quizá, de reflexión, la vida contaba… Y las terrazas y barras de bares estaban esperándonos sin re(brotes).
Y tanto!
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