"La terraza de la Taberna Angosta acepta como pocos lugares un vermut de ocho de la tarde cuando la tarde no estaba prevista para ser como fue. Para acogernos como lo hizo. Esta ciudad tan bastardeada por unos y otros, tiene a modo de rompeolas algunos espacios concebidos para ese rato en que no hacer nada es un gesto más cÃvico que lúdico, una carta de amor olvidada en alguna la mesa."